22/10/14

“Mi reino no es de este mundo”. Gustav Klimt

Gustav Klimt
Pintor
 Austria
1862 -1918
Simbolismo, Arte moderno, Secesión de Viena, Modernismo.

 En 1918, a los cuarenta y seis años de edad y en el clímax de su carrera, Gustav Klimt murió víctima de una apoplejía, dejando como legado una de las obras más fascinantes, enigmáticas, estremecedoras y propositivas. Con la distancia podemos ver con claridad que el artista, considerado hace unas décadas como “decorativista y superficial”, fue un visionario que supo adentrase en los claroscuros del alma humana y plasmar sus vericuetos ontológicos como pocos lo han conseguido. Su visión del universo coincide con Schopenhauer: el Mundo como Voluntad, como energía en el ciclo infinito de nacimiento, amor y muerte. Haciendo suya la frase bíblica: “Mi reino no es de este mundo”, Gustav Klimt rompe las barreras de la tradición y, rebasando los límites de la razón y de la belleza convencional, nos lega su arte revolucionario que aún hoy da mucho de que hablar.

"Muerte y Vida"  una obra que es el resultado de un largo proceso de creación. La fecha de su comienzo se ha establecido entre 1911 y 1916, años clave en la vida artístico-cultural vienesa en los que tuvieron lugar acontecimientos como la celebración de las dos exposiciones de la Kunstchau de Viena ( 1908 y 1909 ) en las que participaron tanto artistas de movimientos ya consolidados ( Van Gogh, Eduard Munch, Paul Gauguin, Jan Toorop...) como figuras de las  nuevas generaciones que auguraban la ruptura inminente de los años venideros ( Oskar Kokoscha ) . En torno a estos años, la vida creativa de Gustav Klimt se  hallaba en su máxima actividad: además de presentar definitivamente obras  anteriores como La Juridisprudencia  (1897-1898 ) y exponer cuadros como  Judith II ( 1909 ), el pintor participó en diversos eventos de gran importancia.

Klimt alteró sus rasgos estilísticos, sobre todo colores lisos y la expresión lineal y rítmica. El artista emplea de nuevo su caudal de motivos abstractos y decorativos para explorar el tema de la muerte y la decadencia, típico del expresionismo, con su interés por el sufrimiento humano. En lugar de la iconografía mística propia del simbolismo, Klimt recurre a una disposición más jovial , en la línea del nuevo grupo expresionista alemán Die Brüke (El Puente) y de las obras de Nietzsche.


Muerte y vida, Gustav Klimt (1916)

La "columna de la vida" aprisiona las figuras, que luchan por liberarse del manto (Payne de nuevo ve gigantes donde sólo hay plácidos molinos y abandono), y ello encarna simbólicamente los esfuerzos de Klimt por desprenderse del peso de su pasado estético.
Encabezadas por el abrazo protector de la madre al hijo mientras que en la parte baja del grupo contemplamos un nuevo abrazo, ahora el de un hombre a una mujer, eliminando toda referencia erótica para mostrarnos “el amor como refugio y consuelo” (Eva di Stefano)… dirigiendo su expresiva mirada hacia el grupo de la humanidad, grupo que parece no hacer caso a la amenaza que se le viene encima, como si continuaran en su moderna danza, relacionándose así con la tradicional danza macabra de los muertos…. Klimt ha superado su “fase dorada” y entra de lleno en el decorativismo marcado por los mosaicos bizantinos de Ravena, creando un conjunto de variadas formas y colores como si de un caleidoscopio se tratara. Las formas onduladas siguen dominando el conjunto al igual que la ausencia de perspectiva se convierte en un elemento identificativo de la pintura del maestro austriaco. El acertado dibujo que siempre hará gala también se pone de manifiesto en este trabajo, estrechamente vinculado a La virgen por la sensación de remolino que se crea. En el caso de las mujer: suavidad y tersura, colores carne y rosados (en esto influye también la falta de defectos físicos, manchas, etc)
En el caso de los hombres: los tonos son marrones o grisáceos, llenos de manchas. Son más grotescos, al igual que pasa en Muerte y vida, con la parca, se percibe el duro hueso del que está hecha. Utiliza una dominante de tonos azules, para mostrar la tristeza y melancolía de todos los que se ven acechados por la figura de la muerte.
El contenido alegórico de esta pintura podría reflejar también la difícil situación política de la época previa a la Primera Guerra Mundial, después de que Austria se anexionara Bosnia en 1908.

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